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Gran Vía

MUJERES LAPIDADAS

La pena de muerte es algo horrible. Algo que no debería existir en este mundo. Especialmente, cuando se usa de una manera injusta para condenar y somoter a la gente a unas estrictas reglas morales. Este es el caso de Parisa, de Iran, de Khayrieh, de Shamameh, de Kobra, de Soghra y de Fatemeh. Siete mujeres iraníes cuyo único pecado ha sido la infidelidad. Esta condena a muerte por lapidación es una forma irracional de control sobre la moral y sobre la vida de las personas. Una forma de control sobre las mujeres, sobre la parte más indefensa de la sociedad iraní. Mujeres que son sujetas a estrictas normas, y que deben vivir sin saltarse esas normas impuestas y que interfieren en la vida privada y en el más mínimo respeto de los derechos humanos.

La comunidad internacional se está movilizando nuevamente para impedir este crimen amparado en la moral y en las leyes iraníes. Como demócratas, debemos posicionarnos en contra de la pena de muerte en cualquier caso. Pero en casos como estos, en los que el único pecado es ser mujer e infiel, nuestro posicionamiento debe ser mucho más radical. Las sociedades democráticas no pueden cerrar los ojos mientras hay países en los que aún se ejecuta a mujeres por un tema moral. O a homosexuales.

Estados Unidos, debería dar ejemplo, ya que se autoproclama como el abanderado de la democracia, y debería eliminar la pena de muerte de su régimen judicial. Pero ese es otro tema, y de él  hablaremos otro día. Hoy nos toca hablar de esas siete mujeres, que si no lo impide nadie, serán ejecutadas de una forma tan cruel como es la lapidación por el mero hecho de haber engañado a sus maridos.  Nosotros podemos ayudar de una forma tan sencilla como acceder a una página web y firmar. Ya han firmado más de 390.000 personas. Entra y firma.

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