Aires nucleares
Corren aires nucleares. A las tensiones entre Irán y Occidente por la energía nuclear se unen ahora las pruebas que ha realizado estos días Corea del Norte, al detonar su primera bomba nuclear. Tras el paso de la guerra fría y la distensión que se creó al caer el mundo soviético, muchos pensaron que la amenaza nuclear había desaparecido. Pero no hay nada más lejos de la realidad. Las tensiones de India y Pakistán, la amenaza de Al-Qaeda y el desmantelamiento de la red nuclear soviética, unido a las tensiones con Irán, Corea del Norte, y las también actuales pretensiones de Egipto de disponer energía nuclear para uso civil, están poniendo nuevamente la energía nuclear en el ojo del huracán.
Por un lado, si países como Estados Unidos o China pueden disponer de este arma, ¿que es lo que puede evitar que otros los tengan?. Por otro lado, hay que acotar el club nuclear. Contra menos países lo tengan, menos peligros tendremos los habitantes de este globalizado planeta. Es cierto que una Irán desestabilizada con bomba nuclear es un peligro para todos. Al igual que una Corea acorralada y con la bomba en sus manos es un peligro inmimente, especialmente para los países que le rodean.
Nos vienen días inseguros. A la amenaza actual del terrorismo islamista internacional, se recuperan los viejos miedos de la Guerra Fría. Corea tiene claros los objetivos de esta carrera armamentística. Irán es escuda en que sólo quiere la energía nuclear con fines pacíficos, pero en el inestable Oriente Medio cambia todo en cuestión de horas. Por una razón o por otra, la energía nuclear se ha vuelto a poner, lamentablemente de moda. Con un Irán que posee energía nuclear, otros países de su entorno pueden quere aspirar a ternela también, tanto para no perder influencia en la región, como para tener un elemento disuasorio y tratar a países que sí la tienen de tú a tú. El caso es que está comenzando una nueva carrera para disponer de arma nuclear, en países en los que la población se está muriendo de hambre. La historia es cíclicla, y se está repitiendo de nuevo. Cambian los países, las situaciones, las fechas, pero el fin, y el peligro de acabar con la humanidad, es el mismo.
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